Hermanos: Recuerden que el que poco siembra, cosecha poco, y el que mucho siembra cosecha mucho. Cada cual dé lo que su corazón le diga y no de mala gana ni por compromiso, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmarlos de toda clase de favores, a fin de que, teniendo siempre todo lo necesario, puedan participar generosamente en toda obra buena. Como dice la Escritura: Repartió a manos llenas a los pobres; su justicia permanece eternamente.
Dios, que proporciona la semilla al sembrador y le da pan para comer, les proporcionará a ustedes una cosecha abundante y multiplicará los frutos de su justicia.
REFLEXIÓN:
Dios, que proporciona la semilla al sembrador y le da pan para comer, les proporcionará a ustedes una cosecha abundante y multiplicará los frutos de su justicia.
Cada vez que surge esta lectura durante el año litúrgico, pienso en mi tía abuela.
Ella es una inmigrante mexicana de 91 años. Llego aqui durante la década de los 1950's a este país, trabajó, se casó y se estableció en la costa oeste. Ella y su esposo no tuvieron hijos, por lo que se convirtieron en tíos de todos.
Nunca olvidó sus raíces y, mientras pudieran, ella y su esposo viajaban a su ciudad natal con bienes para ayudar a su familia extendida. Su hogar siempre olía a café recién hecho y siempre recibiría a amigos y familiares para estancias cortas o largas.
No eran "de la clase alta". Él trabajaba como capataz para el condado y ella en una tintorería. Aunque nunca tuvieron los medios para viajar a Europa o Hawai, siempre tendían ropa, comida e incluso dinero para dar a quienes los necesitaran. Y siempre había una taza de café caliente, una buena conversación, un oído atento y compañía cada vez que alguien llegaba a su casa.
La mayoría de sus hermanas y familiares directos ya fallecieron. Sin embargo, aquellos que serían considerados de segunda, tercera y cuarta generación o parientes la siguen cuidando. Es visitada regularmente por sobrinos-nietos y sobrinos tatara-nietos. Ellos hacen viajes desde otros estados, o incluso México para visitarla, asegurándose de que esté bien, llevándola a los partidos de béisbol para ver a su equipo favorito, los Bravos, etc.
Siempre me asombró que mi tía y mi tío, siendo tan pobres, nunca parecieran tener necesidad. Una vez le pregunté a mi madre por qué pensaba que era así. Su respuesta fue que mi tía era tan generosa que no sentía el vacío en su corazón con los bienes materiales. Ella es un verdadero ejemplo de cómo usar las cosas y amar a las personas.
Muchas veces olvido que nuestros sacerdotes nos han entregado todo lo que poseen e incluso ellos mismos. Su forma de vestir tiene un gran simbolismo del que muchos de nosotros no somos conscientes: el collar romano simboliza la obediencia; la faja o cincel alrededor de la cintura, castidad; y el color negro, pobreza. Además, el negro es un color de duelo y muerte; para el sacerdote, el simbolismo es morir por sí mismo para levantarse y servir al Señor, así como dar testimonio del Reino que está por venir.*
Cuando era niña en México, a los sacerdotes no se les permitía usar ninguna parte de este atuendo en la calle. Les era ilegal desde los tiempos de la Guerra Cristera llevar el cuello romano o la sotana. Solo hasta hace unos años los sacerdotes de determinadas organizaciones u órdenes se atreven a vestirse como sacerdotes en la calle: el Opus Dei, los Legionarios de Cristo, Miles Christi, etc.
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