En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; yo velaba por ellos y ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad’’.
REFLEXIÓN
"Jesús levantó los ojos al cielo"
El Hijo de Dios vino a esta tierra para salvar al hombre del pecado y sus consecuencias. Ahora se enfrenta a un sufrimiento extremo emocional y físico monumental, pero Su voluntad es la de Su Padre y Él es obediente. Este fue Su propósito, esto es lo que Él hará.
Él conoce a Su Padre; Él confía en Él. Su amor por nosotros, aun sabiendo cuán frágiles ya veces despreciables podemos ser, tiene a Jesús orando por nosotros. Su alma continuó estando con Dios, sin embargo, su naturaleza humana iba a experimentar la profundidad más baja y profunda del sufrimiento humano. Sin embargo, Él oró por nosotros.
Cuando alguien sufre, cuando alguien tiene hambre o cuando alguien muere, nos apresuramos a ofrecer oración. Sabemos lo que es el sufrimiento, el hambre y la muerte. Sabemos cómo se siente. Confía en Dios, porque Él no nos pide nada de lo que le pidió a Su Hijo.
Jesús interviene por nosotros, orando a su Padre. ¿Y qué hacemos? Muchos de nosotros seguiremos nuestro propio camino sin pedir guía o asistencia o consultar con Dios. El sacerdote que es "persona in Christi" puede dar consejos y consejos invaluables tanto en nuestra vida aquí en la tierra como ciertamente en nuestro camino espiritual. Aprovecha que así como Jesús ora por nosotros, nuestro sacerdote también orará por nosotros. De hecho, ofrecerá la mejor oración que es la Santa Misa.
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