En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado'. Su señor le dijo: 'Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor'.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado'. Su señor le dijo: 'Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor'.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: 'Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo'.
El señor le respondió: 'Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación' ".
REFLEXIÓN
Recuerdo cuando era pequeña y escuché esta lectura del Evangelio, tenía sentido. Luego, cuando el sacerdote daba su homilía, me sentía un poco mejor, pero aún había partes que seguían en mi mente y me dejaban preguntándome: "¿Qué está pasando en esa lectura del Evangelio?".
Solo tomaré una línea de la lectura del Evangelio: "Venid, participad del gozo de vuestro Maestro". Y compartir una experiencia mía.
Somos una gran familia de voleibol. Tengo un niño y tres niñas y todas las niñas eligieron jugar voleibol como deporte. El deporte nos ha llevado por todo Estados Unidos en competencias de clasificación nacional. Las chicas lo están haciendo bastante bien en el deporte.
Como padre, desea ver que a su hijo le vaya bien y que juegue. Muchas veces, hay chicas que no llegan a jugar, por muy buenas que sean. Queda a discreción de los entrenadores quién juega. Sabemos que el entrenador quiere ganar, así que solo debemos confiar en que será bueno. Bueno, cuando es su hijo el que no llega a jugar en un juego, ahí es cuando se vuelve muy difícil. Te preguntas por qué no pueden usar sus talentos para ayudar al equipo y luego, cuando el equipo funciona bien sin ella, ¿cómo compartes la alegría de todo el equipo?
Esta fue una muy buena lección que aprendí el año pasado. Aprendí a compartir la alegría del equipo incluso cuando mi hija no podía jugar. De hecho, me ayudó a aprender esta lección, simplemente le gustaba ser parte del equipo y sabía que las otras chicas también eran buenas. Incluso si eso significaba que no podía jugar. Aprendí que mi enfoque no estaba en Jesús. Si mantengo mi enfoque en el premio que realmente importa, es más fácil compartir la alegría de los Maestros. Enfócate en Jesús y todo encajará.
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