En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”.
Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
REFLEXIÓN
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?”
En medio de la aflicción y el duelo y de un hogar de personas que consolaban a los afligidos, Marta salió al encuentro de Jesús para decirle que si Él hubiera estado allí, ¡Lázaro no habría muerto!
Con fe, confianza y confianza en su amigo Jesús, continúa su oración de duelo por Lázaro. Esto une el pasado con la presencia de Dios y su promesa de vida, no de muerte. Y ella le dijo: "Sí, Señor. He llegado a creer que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo".
¿Creo?
¿Tengo fe como Marta?
¿Reconozco la ayuda de Dios y sus actos salvíficos en mi vida?
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