En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas y les decía:
“Escuchen. Salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol, se quemaron, y por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno”. Y añadió Jesús: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.
REFLECTION
"Salió el sembrador a sembrar".
¿Nos damos cuenta de que cada vez que interactuamos con otros también estamos sembrando?
Buenas acciones, o malas. Nuestras palabras e incluso nuestros gestos. Todos dan testimonio de quiénes somos y en qué creemos.
Es más fácil hablar de nuestras creencias y convicciones con personas que apenas conocemos que con las de nuestra propia familia. ¿Por qué? porque nos han visto en nuestro peor momento.
Y al mismo tiempo, en el camino hacia Dios, ya medida que crecemos en Él, nuestros propios familiares pueden empezar a ver ese “cambio a mejor”.
Hace muchos años, le comenté a mi director espiritual que algunos miembros de mi familia no estaban muy contentos de que yo asistiera a ciertos eventos de la iglesia. A lo que respondió: “Pregúntales si al asistir a estos eventos, eres mejor o peor de lo que eras antes”.
Este ha sido un gran consejo para el resto de mi vida. Me ayuda a centrarme cuando pienso que no estoy haciendo lo correcto. O cuando creo que estoy en lo cierto y ellos no.
Commenti