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Foto del escritor Olivia M. Bannan

MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE ADVIENTO, 22 DE DICIEMBRE DE 2021



Lectura del Santo Evangelio según Lc 1:46-56

En aquel tiempo, dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre’’.

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.


REFLEXIÓN

"A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada."


A unas pocas cuadras encontramos la casa.


Era difícil creer que alguien viviera allí; una abuela que cría tanto a sus hijos como a sus nietos. La casa tenía las ventanas rotas con una tela que cubría los agujeros. La basura se había acumulado en el porche junto con una silla de bebe y una carriola rota.


No había nadie en casa. Así que volvieron al coche las cestas de comida y los juguetes. Quizás otro día las Misioneras de la Caridad vendrían a visitarnos. Otro día para compartir y mostrar a los pobres el Rostro de Cristo.


A los ojos del mundo, esta mujer y sus hijos no tienen importancia. Sin embargo, a los ojos de Dios, esa familia es tan igual como el hombre más rico del mundo.


Los pobres, los marginados, los olvidados, los abandonados y los pecadores tienen un lugar especial en el corazón de Jesús.


En su hermoso canto de alegría, María reconoce lo que Dios ha hecho por ella: alguien, a quien nadie conocía, iba a ser la Madre del Mesías. María da gracias y alaba y se lanza primero en oración reconociendo lo que Dios le ha dado.


¿Reconocemos y damos gracias por los dones que se nos han dado? ¿Los compartimos con otros? ¿Los usamos para otros? ¿Seguimos nuestro modelo, Nuestra Madre María?


A medida que se acerque la Navidad, pronto guardaremos las decoraciones navideñas, pasara un año más y guardaremos los regalos que realmente no necesitamos. Que el espíritu navideño, el Señor Todopoderoso, que vive en nosotros, continúe trayendo alegría y paz durante todo el año.


Todo lo que tenemos que hacer es decir "Sí" y compartirnos con los demás.


Dios te bendiga.


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