En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos.
Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las manos y los despidieron.
Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.
REFLEXIÓN
Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”
Jesús nos enseñó a orar al Padre Nuestro. Los apóstoles nos están enseñando cómo escuchar al Espíritu Santo.
Jesús vino a salvar al mundo hablando sólo lo que Dios Padre le ordenó decir y hablar. El Espíritu Santo envió a los discípulos a la obra para la cual los había llamado.
Jesús nos ha mostrado cómo vivir, cómo seguir la voluntad del Padre y cómo obedecer sus mandamientos. El Espíritu Santo nos impulsa al Amor Divino de Dios.
Estamos destinados a volver a Aquel que nos creó, nos cuida y nos espera.
Mientras viajo al otro mundo, me doy cuenta de que será mi destino final. Descansando en las manos de Jesús, estoy asombrado de Su infinito poder y amor, descansando en el gozo del Espíritu Santo. Él es quien me dará la fuerza para cumplir Su Santa Voluntad.
La Santísima Trinidad nos guía a la felicidad radiante que no merecemos pero que nos espera como un regalo.
Oren unos por otros para mantenerse despiertos, evitar perderse y continuamente hablar palabras de bondad, mansedumbre, resistencia al mal y libertad del pecado. El Señor nos llama por nuestro nombre. ¿Oramos unos por otros por nombre, o decimos, “todos en nuestra lista de oración”?
El Señor nos guía, ¿llevamos a otros a Él?
Él nos alimenta en la Palabra Escrita y la Misa, ¿nos damos cuenta cuando otros tienen hambre? ¿Les mostramos dónde se les puede dar de comer? Jesús nos protege, al final del día, ¿vemos adónde nos llevaron nuestras decisiones y adónde nos impidió ir la mano protectora de Dios? ¿Y podemos dar nuestras vidas por otros en el Nombre de Jesús? ¿Evitamos la confrontación o permitimos que el Espíritu Santo nos anime?
Aún queda mucho por asimilar.
Recuerde Juan 15:16, 19 “Os he escogido del mundo, dice el Señor, y os he puesto para que salgáis y deis fruto, fruto duradero, Aleluya. (Antífona de Comunión).
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