En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?”
Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre”.
Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le respondieron: “Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios”.
Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él”.
REFLEXIÓN
“Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios;
no he venido por mi cuenta, sino enviado por él”.
Nuestra visión PAPA es ver sacerdotes ardiendo por Jesús y Su Iglesia, el Cuerpo y la Esposa de Cristo. El sacerdote es “in persona Christi capitis in ecclesiae” -en la persona de Cristo, la Cabeza, en la Iglesia.
El sacerdote continúa la obra de redención aquí en la tierra; él tiene las llaves del cielo. Él nos alimenta. Nos trae a Jesús.
Cada Misa es la obra de nuestra redención realizada. Cada confesión es el Señor absolviendonos de nuestros pecados. Todo sacramento es una puerta abierta por el sacerdote a los tesoros del cielo.
Descarga nuestros pecados, nuestra culpa en la confesión. Ofrecer nuestros dolores y sufrimientos por nosotros mismos, por los demás y por los fieles difuntos que aún están en el purgatorio, y reparación de los pecados en la Misa.
Gritad de alegría con acción de gracias por cuanto Dios nos ama dándonos su Iglesia, la Misa y los sacramentos.
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