Lectura del Libro del Profeta Jer 15:10, 16-21
¡Ay de mí, madre mía!
¿Por qué me engendraste
para que fuera objeto de pleitos y discordias
en todo el país?
A nadie debo dinero, ni me lo deben a mí,
y sin embargo, todos me maldicen.
Siempre que oí tus palabras, Señor,
las acepté con gusto;
tus palabras eran mi gozo
y la alegría de mi corazón,
porque yo defendía tu causa,
Señor, Dios de los ejércitos.
No me senté a reír con los que se divertían;
forzado por tu mano, me sentaba aparte,
porque me habías contagiado con tu propia ira.
¿Por qué mi dolor no acaba nunca
y mi herida se ha vuelto incurable?
¿Acaso te has convertido para mí, Señor,
en espejismo de aguas que no existen?
Entonces el Señor me respondió:
"Si te vuelves a mí, yo haré que cambies de actitud,
y seguirás a mi servicio;
si separas el metal precioso de la escoria,
seguirás siendo mi profeta.
Ellos cambiarán de actitud para contigo
y no tú para con ellos.
Yo te convertiré frente a este pueblo
en una poderosa muralla de bronce:
lucharán contra ti, pero no podrán contigo,
porque yo estaré a tu lado para librarte y defenderte,
dice el Señor.
Te libraré de las manos de los perversos,
te rescataré de las manos de los poderosos".
REFLEXIÓN
"Siempre que oí tus palabras, Señor, las acepté con gusto;
tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón.."
Muchas personas sin buscar encuentran su verdadera vocación. Es como un tesoro enterrado y esperando ser encontrado. Otros, con el corazón inquieto, siguen buscando hasta encontrar la perla de gran valor. Y para ellos el premio tiene un valor enorme. Ambos son un don de Dios dado al hombre cuando Él quiere, una invitación a estar con Él. La vida ahora cobra un sentido. Entrégale toda tu vida a Dios y Él te la dará toda.
Ya sea un tesoro desenterrado o una perla buscada, son vocaciones divinas. Y todos los apegos y deseos terrenales ahora se vuelven cosa del pasado. Que alegría encontrar el amor de Jesús que ha prometido no dejarnos nunca, estar firme a nuestro lado y ser el Rey de nuestras vidas.
Ya sea que Él nos llame en nuestra juventud, mediana edad o cerca del final de nuestros años, Él nos recreará, renovará nuestras vidas. Ya sea que lo encontremos rápidamente o lo busquemos toda nuestra vida; sucede en Su horario, por lo que nunca es demasiado tarde ni demasiado pronto.
"Siempre que oí tus palabras, Señor, las acepté con gusto; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón.."
Dios te bendiga
En conversación con Dios, capítulo 42, volumen 4, parte 1, Kindle
Comments