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Olivia M. Bannan

MIÉRCOLES DE LA XVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, 27 DE JULIO DE 2022



Lectura del Libro del Profeta Jer 15:10, 16-21


¡Ay de mí, madre mía!

¿Por qué me engendraste

para que fuera objeto de pleitos y discordias

en todo el país?

A nadie debo dinero, ni me lo deben a mí,

y sin embargo, todos me maldicen.


Siempre que oí tus palabras, Señor,

las acepté con gusto;

tus palabras eran mi gozo

y la alegría de mi corazón,

porque yo defendía tu causa,

Señor, Dios de los ejércitos.


No me senté a reír con los que se divertían;

forzado por tu mano, me sentaba aparte,

porque me habías contagiado con tu propia ira.

¿Por qué mi dolor no acaba nunca

y mi herida se ha vuelto incurable?

¿Acaso te has convertido para mí, Señor,

en espejismo de aguas que no existen?


Entonces el Señor me respondió:

"Si te vuelves a mí, yo haré que cambies de actitud,

y seguirás a mi servicio;

si separas el metal precioso de la escoria,

seguirás siendo mi profeta.

Ellos cambiarán de actitud para contigo

y no tú para con ellos.

Yo te convertiré frente a este pueblo

en una poderosa muralla de bronce:

lucharán contra ti, pero no podrán contigo,

porque yo estaré a tu lado para librarte y defenderte,

dice el Señor.

Te libraré de las manos de los perversos,

te rescataré de las manos de los poderosos".



REFLEXIÓN

"Siempre que oí tus palabras, Señor, las acepté con gusto;

tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón.."


Muchas personas sin buscar encuentran su verdadera vocación. Es como un tesoro enterrado y esperando ser encontrado. Otros, con el corazón inquieto, siguen buscando hasta encontrar la perla de gran valor. Y para ellos el premio tiene un valor enorme. Ambos son un don de Dios dado al hombre cuando Él quiere, una invitación a estar con Él. La vida ahora cobra un sentido. Entrégale toda tu vida a Dios y Él te la dará toda.


Ya sea un tesoro desenterrado o una perla buscada, son vocaciones divinas. Y todos los apegos y deseos terrenales ahora se vuelven cosa del pasado. Que alegría encontrar el amor de Jesús que ha prometido no dejarnos nunca, estar firme a nuestro lado y ser el Rey de nuestras vidas.


Ya sea que Él nos llame en nuestra juventud, mediana edad o cerca del final de nuestros años, Él nos recreará, renovará nuestras vidas. Ya sea que lo encontremos rápidamente o lo busquemos toda nuestra vida; sucede en Su horario, por lo que nunca es demasiado tarde ni demasiado pronto.


"Siempre que oí tus palabras, Señor, las acepté con gusto; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón.."


Dios te bendiga


En conversación con Dios, capítulo 42, volumen 4, parte 1, Kindle


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