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MIÉRCOLES DE LA XXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, 01 SEPTIEMBRE, 2021

Foto del escritor:  Olivia M. Bannan Olivia M. Bannan


Lectura del Santo Evangelio según Lk 4:38-44


En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.

Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.

Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.

REFLEXIÓN:

“¡Tú eres el Hijo de Dios!”


Jesús fue expulsado de Nazaret.


Ahora estaba en Capernaum. Después de orar en la sinagoga, fue a la casa de Pedro. Pedro intercedió por su suegra. Después de sanarla, disfrutó de la compañía de sus apóstoles y compartieron una comida juntos.


Jesús vino a decirnos la Verdad, a iluminarnos del Reino de Dios. Se hizo hombre por esto y sabía sobre una base humana cómo la enfermedad puede obstaculizar nuestra vida. Necesitamos sanidad tanto física como espiritual.


¿Habría sanado Jesús a la suegra de Simón si no se lo hubieran pedido? ¿Habría sanado a los muchos que vinieron si no hubieran venido a él?


No demos por sentado el poder de nuestra intercesión orante por los demás: muy especialmente por los enfermos y los que aún no conocen el amor de Jesús.


Somos muy débiles: mente, alma y cuerpo. Trate de hablar con alguien acerca de Dios, Su Divino Hijo y la salvación, cuando no se sienta bien, con dolor severo, débil, fatigado, disneico, o cuando su mente esté poseída por malos pensamientos, alucinaciones y adicciones. No es un entorno muy receptivo.


Pero nada es imposible para Dios si es Su voluntad.


Jesús quiere liberarnos hoy de nuestras cargas. Jesús nunca se cansa de escuchar y responder nuestras súplicas.


Intercede por tus seres queridos, las personas de las que escuchas en las noticias, los soldados caídos, las almas caídas y los sacerdotes caídos.


Jesús nunca rechazó a un penitente, a aquellos que fueron traídos por amigos, ni se apartará de ti.


¿Cómo puede Él cuando te ama tanto?


Invoca Su Santísimo Nombre: JESÚS.


Dios te bendiga

 

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