Jonás se disgustó mucho de que Dios no hubiera castigado a los habitantes de Nínive, e irritado, oró al Señor en estos términos: “Señor, esto es lo que yo me temía cuando estaba en mi tierra, y por eso me di prisa en huir a Tarsis. Bien sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo, lleno de paciencia y de misericordia, siempre dispuesto a perdonar. Ahora, Señor, quítame la vida, pues prefiero morir a vivir”. Pero el Señor le respondió: “¿Crees que hay motivo para que te enojes?”
Jonás salió de Nínive y acampó al oriente de la ciudad. Allí construyó una enramada y se sentó a su sombra, para ver qué pasaba con Nínive. Entonces, el Señor Dios hizo nacer una hiedra, que creció tan tupida, que le daba sombra y lo resguardaba del ardor del sol. Jonás se puso muy contento por la hiedra.
Pero al día siguiente, al amanecer, el Señor envió un gusano, el cual dañó la hiedra, que se secó. Y cuando el sol ya quemaba, el Señor envió un viento caliente y abrasador; el sol le daba a Jonás en la cabeza y lo hacía desfallecer. Entonces Jonás deseó morir y dijo: “Prefiero morir a vivir”.
Entonces el Señor le dijo a Jonás: “¿Crees que hay motivo para que te enojes así por la hiedra?” Contestó él: “Sí, y tanto, que quisiera morirme”. Le respondió el Señor: “Tú estás triste por una hiedra que no cultivaste con tu trabajo, que nace una noche y perece la otra. Y yo, ¿no voy a tener lástima de Nínive, la gran ciudad, en donde viven más de ciento veinte mil seres humanos que no son responsables y gran cantidad de ganado?”.
REFLEXIÓN
"Nadie de su familia viene a visitarlo allí, excepto ella". En el libro, Hidden Valley Road, se lee sobre una familia de 12 que tuvo 6 hijos con esquizofrenia. La "ella" a la que se hace referencia es María, quien se hizo cargo de su hermano mayor desde que tenía 5 años.
Pero el Señor pregunto
“¿Crees que hay motivo para que te enojes?”
Una sonrisa aquí, una manera controlada allá, no permite que otros vean las heridas, las emociones o, a veces, la pérdida de la esperanza en un mundo tan rico en gracia y belleza. La enfermedad puede ser espantosa para el paciente pero también para la familia que ama a esa persona.
Porque nos amó, somos redimidos. ¿Podría uno ser como San Francisco sacrificando todo por el amor de Cristo? ¿Mi amor por mí mismo o por alguien sería como el amor de Dios? ¿Sería una mejor persona si supiera cuánto me ama? Porque es al dar si conozco el costo del regalo, el costo del sacrificio.
Dios conoce los secretos de nuestro corazón. Él sabe por qué permite la enfermedad en medio de una panoplia de oraciones. Aunque nuestras cruces pueden ser grandes y pesadas, alinearnos con Dios no debería darnos ninguna razón para estar enojados. Que conozcamos Su voluntad y crezcamos en gracia.
¡Es Dios quien nos salvó y a Él le alabaremos por siempre!
María, al amar a su hermano, había recibido un regalo de Dios. Ella ya había comenzado a agradecerle. A través de la enfermedad de su hermano se dio cuenta de que "la vida no era un problema por resolver sino un misterio por vivir". (Arzobispo Joseph Kurtz, arzobispo de Louisville y director de National Catholic Partnership on Disability)
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