En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
REFLEXIÓN:
Imagínese si hubiera oído hablar de un médico que curó a todos los que vio o curó todas las enfermedades y todas las dolencias. Multitud de personas llamarían para concertar una cita. La razón es que ven lo que el médico puede hacer y tienen total confianza, compartiendo las buenas nuevas con los demás.
Isaías profetizó que con la venida del Señor, no habría llanto; tan pronto como escuche nuestros gritos, responderá. Él te dará el pan y el agua que necesitas. Vaya, y el Espíritu Santo lo guiará con una voz clara, ”Este es el camino; camina en él ”.
Y bienaventurados los que esperamos en el Señor estas promesas.
Vemos a nuestro Dios porque se hizo humano y nos permitió ver cuánto nos ama y nos ama. Tenemos en la Biblia historias de Jesús, Dios hecho hombre, que trabajó durante tres años seguidos para nosotros. Hemos escuchado a Dios. Hemos sentido a Dios tocándonos, sentimos paz cuando tiene piedad y compasión por nosotros. Y, ahora, después de mostrarnos cómo nosotros también debemos trabajar y seguir Sus pasos, Él nos llama a ser Sus segadores.
Hay tanta gente que necesita escuchar el mensaje de amor y compasión. No tenemos que ir demasiado lejos. Mire a su alrededor y verá la necesidad de cosechar.
Pensamiento del día: Somos parte de un mundo roto. Donde estemos, podemos ser esa persona a la que Dios llama para ser cosechadora. Llame a familiares con los que ha perdido el contacto y ofrezca ayudar a alguien. ¿Qué tal ese viejo amigo, compañero de trabajo y sacerdote de la escuela secundaria que el buen Dios puso en tu camino?
Es hora de llevar las buenas nuevas a todos. Qué egoísta sería si mantuviéramos a Jesús solo para nosotros y no lo compartiéramos con los demás.
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