En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?”
Él les respondió: “Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos”.
Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.
REFLEXIÓN
“Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos”.
Muchos profetas poderosos fueron enviados al pueblo de Israel. Elías habló y todos se detuvieron, temblaron de miedo, escucharon y observaron. Dios, a través de Elías, hizo que las sequías, el hambre y el fuego vinieran a Su pueblo a causa de su desobediencia. Elías debía volver el corazón de los padres hacia su hijo. Todos los profetas hablaron la palabra de Dios y clamaron por arrepentimiento.
La historia sigue repitiéndose. Seguimos siendo pecadores causando problemas y divisiones. Dios se hizo hombre y sufrió y murió por nuestros pecados. Y, sin embargo, los mismos problemas del Antiguo Testamento siguen rondando al hombre moderno. El Espíritu Santo nos habla de detenernos, nos convence de nuestros pecados.
El pecado no puede existir en nosotros si queremos una relación con Dios. El último y más grande profeta, Juan el Bautista, señaló el camino a Jesús. Predicó un bautismo de arrepentimiento y renovación.
¿Nos estamos preparando para encontrarnos con el Señor Jesús esta Navidad?
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