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Foto del escritorMaria Knox

SÁBADO DE LA XXVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, 08 DE OCTUBRE DE 2022



Lectura de la Epístola de San Pablo a GAL 3:22-29


Hermanos: Si la ley dada por medio de Moisés fuera capaz de dar la vida, su cumplimiento bastaría para hacer justos a los hombres. Pero, en realidad, la ley escrita aprisionó a todos bajo el pecado para que, por medio de la fe en Jesucristo, los creyentes pudieran recibir los bienes prometidos.

Antes de que llegara la etapa de la fe, estábamos presos y bajo la custodia de la ley, en espera de la fe que estaba a punto de manifestarse. De modo que la ley se hizo cargo de nosotros, como si fuéramos niños, para conducirnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Pero una vez que la fe ha llegado, ya no estamos sujetos a la ley.

Así pues, todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues, cuantos han sido incorporados a Cristo por medio del bautismo, se han revestido de Cristo. Ya no existe diferencia entre judíos y no judíos, entre esclavos y libres, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, son también descendientes de Abraham y la herencia que Dios le prometió les corresponde a ustedes.


REFLEXIÓN

"Cuantos han sido incorporados a Cristo por medio del bautismo,

se han revestido de Cristo".


¿Cuántas veces hemos escuchado este pasaje a lo largo de nuestra vida?: "No hay ni judío ni griego..."


Cuánto es el amor que Dios nos tiene que por el Bautismo, pertenecemos a Cristo como nos dice San Pablo en esta epístola.


Siempre estoy asombrado de cuánto nos ama Dios. Realmente no merecemos este amor, y peor aún, muchas veces ni lo pedimos, ni lo queremos. Y sin embargo, Nuestro Señor nos lo está dando. Entregándose completamente a nosotros para que podamos estar completamente unidos a Él.


En la cultura de mi pueblo, a veces, cuando quieres darle a alguien un regalo muy espléndido, en realidad "se lo vendes". A una tarifa muy nominal, incluso unos pocos centavos, para que la persona que lo recibe lo aprecie más.


Dios ni siquiera está pidiendo un sacrificio a cambio de hacernos Sus hijos o hijas. ¿Apreciamos el tesoro que nos dan los Sacramentos? al menos "amamos porque él nos amó primero". (1 Jn 4:19).


Hoy, demos gracias a Dios por Su amor por nosotros, y por todas las bendiciones que nos da en cada momento de nuestra vida. Y gracias por los sacerdotes, que nos traen a Cristo en los Sacramentos de la Iglesia.


¡Dios los bendiga a todos!



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