El nacimiento del Niño Jesús en la cueva de Belén.
Dado que el edicto del emperador romano decía que todos debían inscribirse en su propia tierra, José y su esposa, María, partieron hacia Belén. El viaje duró cuatro días, recorriendo carreteras montañosas bajo el frío del viento y la lluvia invernal. Piense en lo mucho que debe haber sufrido la Santísima Virgen en ese viaje.
Tan pronto como llegaron, se acercó la hora de su parto, por lo que José recorrió el pueblo en busca de alojamiento donde María pudiera dar a luz a su hijo. Pero, como eran pobres, todos los echaban, incluso de la posada donde normalmente se refugiaba la gente pobre. Así que salieron del pueblo y encontraron una cueva. Cuando María entró, José protestó y dijo: “Mi querida esposa, ¿cómo puedes pasar la noche en este lugar frío y húmedo? ¿No ves que este es un establo para animales? " Pero ella respondió: "José, este cobertizo es el palacio real donde el Hijo de Dios elige nacer".
Y como había llegado la hora del nacimiento, la Santísima Virgen estaba en oración. De repente, la cueva se iluminó intensamente, como por el sol o una estrella, y el Hijo de Dios salió al mundo como un bebé tierno, llorando y temblando de frío. Lo primero que hizo María fue adorarlo como a su Dios. Luego lo abrazó contra su pecho y lo envolvió en pañales que había traído consigo. Finalmente, lo acostó sobre un poco de paja en el pesebre.
Así eligió nacer el Hijo del Dios eterno por amor a nosotros.
Un santo dijo una vez que los que más aman a Jesucristo deben arrodillarse a los pies del Santo Niño y, en espíritu, realizarle el mismo servicio que las bestias del establo de Belén que lo calentaron con su aliento. Deberíamos calentarlo con nuestros suspiros de amor.
Afectos y oraciones
¡Oh, pequeño infante! No me atrevería a acostarme a tus pies, si no fuera porque tú mismo me has invitado a acercarme. Mis pecados te han hecho llorar tantas lágrimas mientras estabas en tu establo en Belén. Pero ya que has venido a la tierra para perdonar a los pecadores arrepentidos, perdóname también a mí. Lamento de todo corazón haberte ignorado tantas veces.
Das tantas gracias a todos en esta noche santa. Trae paz a mi alma y al mundo. El único regalo que pido esta Navidad es la gracia de amarte por siempre con todo mi corazón. ¡Inflamame, Señor, con tu amor!
Te amo, oh Dios, que me has convertido en un niño. Nunca dejes que te deje de amarte.
María, madre mía, Dios hará todo lo que pidas en oración. Ruega a Jesús por mí.
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