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Foto del escritor Olivia M. Bannan

IV DOMINGO DE ADVIENTO, 19 DECEMBER 2021



Lectura del Santo Evangelio según Lc 1:39-45


En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.


REFLEXIÓN

"El niño saltó de gozo en mi seno"


Dar la bienvenida a un bebé es un evento que cambia la vida. Todos están llenos de alegría y anticipación por la nueva llegada. Dios les ha dado a los padres su bendición creativa. Uno coloca la cuna y la mecedora. Los pañales, mamelucos, baberos para eructar y mantas están cuidadosamente doblados en la cómoda del bebé. A medida que se acerca la llegada, se hacen las maletas para ese viaje al hospital. No pensamos en las noches de insomnio, las preocupaciones, las ansiedades, el bebé que regurgita y la limpieza mientras esperamos ver la cara de nuestro bebé. Sabemos que puede haber cruces, pero sabemos que vale la pena.


Siempre se necesita apoyo y ayuda y eso es exactamente lo que hizo María. María no vaciló en su "sí" a Dios y en su servicio a Isabel. Se apresuró a ayudar a su primo anciano.


Los israelitas han estado esperando al Mesías. Tanto María como Isabel saben que la espera ha terminado. ¡Isabel dejó escapar un fuerte grito! ¡¡Juan el Bautista saltó de alegría !! ¡¡Todos lo sabían !!


Tan emocionados como los nuevos padres, tan emocionados como María, Isabel y Juan el Bautista, estamos tan emocionados como deberíamos estar cuando recibamos a Nuestro Señor. Se nos da nueva vida cada vez que recibimos al Señor. Nuestros corazones deben estar llenos de alegría porque todas nuestras preocupaciones, todos nuestros problemas, todas nuestras cruces serán llevadas por Aquel que nos da Su Cuerpo y Su Sangre en la Sagrada Eucaristía. Él es nuestra ayuda y nuestro apoyo. La Madre María nos trae a su Hijo tan bien como lo hizo con Isabel.


Ahora que el Adviento se acerca rápidamente al Nacimiento de Jesús, regocijémonos. Ayuda a los que tienen prisa y necesitan ayuda en sus vidas. Tráeles a Jesús.


Dios lo bendiga

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