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Alabar a Dios siempre trae alegría.
La Madre María es un hermoso modelo a seguir. Se llena de alegría al saludar a Isabel. Y cada noche, en las Vísperas de la Liturgia de las Horas, contamos su amor, su pureza y su bondad al agradecer y bendecir a Dios. Ella ha de ser la Madre de Dios ya través de su humildad nos sigue mostrando el mejor camino hacia Su corazón.
Muchas veces esperamos escuchar a Dios antes de dar gracias y alabar. Esperamos la respuesta a nuestra oración, y si aún no la recibimos, perseveramos en nuestra vida de oración. Pero, ¿le damos las gracias y lo alabamos incluso si nuestras oraciones no son contestadas? ¿Proclamamos su bondad y su grandeza incluso cuando cargamos una pesada cruz? La respuesta debe ser un rotundo "sí", todos los días, en todas las circunstancias, pase lo que pase.
Sólo Dios es digno de alabanza porque Él es Dios. Alabarle en las buenas y en las malas conducirá al gozo. Regocíjate y ama mientras sirves a Dios a pesar de nuestras circunstancias. Y un día descubriremos la causa más dulce y profunda de alegría: Dios mismo. Inclina un oído hacia nosotros para escucharnos mejor. Susúrrale al oído cuánto lo amas y agradécele todo lo que ha hecho por ti.
Nuestra Madre María nos mostrará cómo hacer nuestro también el Magníficat. Simplemente tenemos que preguntarle.
Antífona "O"
22 de diciembre de 2022
O Rex Gentium (Oh Rey de las Naciones)
Isaías 9:5; 2:4
Oh Rey de todas las naciones y piedra angular de la Iglesia:
¡Ven y salva al hombre que formaste del polvo!
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