Salmo Responsorial 138:1-2ab, 2cde-3, 7c-8
R. (3a) De todo corazón te damos gracias, Señor.
De todo corazón te damos gracias,
Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de los ángeles
te adoraremos en tu templo.
R. De todo corazón te damos gracias, Señor.
Señor, te damos gracias
por su lealtad y por tu amor:
siempre que te invocamos nos oíste
y nos llenaste de valor.
R. De todo corazón te damos gracias, Señor.
Que todos los reyes de la tierra te reconozcan,
al escuchar tus prodigios.
Que alaben tus caminos,
porque tu gloria es inmensa.
R. De todo corazón te damos gracias, Señor.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo,
Y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente;
obra tuya soy, no me abandones.
R. De todo corazón te damos gracias, Señor.
REFLEXIÓN
"De todo corazón te damos gracias, Señor."
A veces nos encontramos en una situación en la que necesitamos la ayuda de Dios y de los Santos, pero no tenemos mucho tiempo para hacer una oración larga.
Podríamos estar a punto de cruzar la puerta hacia una entrevista de trabajo. O arrancando en el auto de camino a la escuela o al trabajo. Tener miedo de lo que el médico pueda decirnos sobre los resultados de nuestro laboratorio. O simplemente apagar las luces a punto de cerrar los ojos para dormir. O incluso, Dios no lo quiera, cuando nos pasa un accidente.
Puede que no haya demasiado tiempo para decir una oración larga. Solo unos segundos. O incluso menos tiempo. Aún así, en esa fracción de tiempo podemos enviar una oración rápida hacia el Cielo.
En el idioma inglés, estas oraciones se llaman "Oraciones de flecha" en Español "Jaculatorias". Esta palabra significa: "Oraciones breves para mejor mantenermos en la presencia de Dios a lo largo del día."*.
Estas oraciones se pueden encontrar desde los Padres del Desierto. San Gregorio también los usó. Estos gritos rápidos a Dios suelen ser pasajes rápidos de la Biblia:
"Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador". (La oración de Jesús)
"¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20,28) (La oración de Santo Tomás Apóstol)
"Dios, ven en mi ayuda; Señor, apresúrate a socorrerme". (Salmo 69—Oración introductoria al Oficio Divino)
"¡Vade post me satana!"" (Mt 16,23)
"Señor, creo; ayúdame en mi incredulidad". (Marcos 9:24)
"Que la Santa Cruz sea mi luz". (Medalla del Jubileo de San Benito)
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