En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles ante el sanedrín, y el sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.
Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”.
Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos.
REFLEXIÓN
"Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres".
Los Apóstoles habían sido advertidos por el Sanedrín de no predicar acerca de Jesús. Sin embargo, todavía lo hicieron.
¿Hoy en día, tenemos prohibido expresar nuestras creencias religiosas sin temor a represalias?
Ni siquiera estoy hablando de predicar en la escuela o el trabajo. ¿Qué tal en las redes sociales, con miembros de nuestra propia familia, incluso con miembros de nuestra propia Iglesia?
Seguir a Jesús a veces puede ser un camino solitario. Por eso es importante estar bajo la guía de un buen director espiritual y/o confesor. Tener amigos que también quieran seguir a Jesús e ir al Cielo, para que podamos ayudarnos unos a otros a llegar allí. Y compartir este regalo con los demás.
Nuestro desafío del siglo XXI es cómo hacer esto sin parecer una especie de fanático religioso.
A veces, necesitamos aprender de San José, callar y actuar.
No necesitamos tomarnos una foto entregándole dinero a un mendigo y luego publicarla en Instagram. Cuando nos pidan ayuda, sonríe, ves, ayuda a quien nos la pida, limpia, y vete calladamente.
Este domingo se celebrará el Primero de Mayo en muchos países comunistas. Este mismo día es la Fiesta de San José Obrero.
Pidámosle al padre adoptivo de Jesús la fortaleza para hacer buenas obras sin buscar reconocimiento. Y que estas obras sean fecundas para la gloria de Dios.
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