En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Siguió hablándoles y les dijo: “Pongan atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará”.
REFLEXIÓN
"La misma medida que utilicen para tratar a los demás,
esa misma se usará para tratarlos a ustedes."
Es muy fácil ir por la vida exigiendo justicia.
Una gran injusticia que he estado presenciando en las últimas semanas es el aumento de jornaleros sin hogar en la ciudad. Estas personas no son las personas sin hogar habituales que han estado en la calle durante años. Ahora somos testigos de trabajadores migrantes que perdieron sus trabajos en campos cercanos y lejanos. Trabajadores de fábrica desplazados u otros trabajadores de cuello azul.
Recientemente han sido expulsados de sus apartamentos y ahora habitan en las calles de la ciudad, duermen al costado de los edificios, buscan calor alrededor de nuestras parroquias.
Todavía no me he encontrado con un migrante desplazado o un trabajador con mala actitud. La mayoría de ellos todavía tienen esperanza. Esperando trabajo, un techo sobre sus cabezas, estabilidad para sus familias.
Tal vez podríamos llevar tarjetas de comida rápida de $ 10, o refrigerios extra de proteínas y agua embotellada para regalarles. También podríamos reconocerlos como seres humanos cuando los vemos sentados en las escaleras de un edificio, o junto al semaforo.
No podemos arreglar el mundo entero, pero tal vez si somos amables con aquellos que ahora están en el fondo absoluto de la sociedad, podemos traerles la sonrisa de Jesús.
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