Lectura del Santo Evangelio según Lc 24:35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona, tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto”.
REFLEXIÓN
“ “La paz esté con ustedes”. ”
Realmente vivimos en una era en la que escuchamos sobre guerras y rumores de guerras. Inestabilidad política y social. La degradación de los ecosistemas. Pandemias y enfermedades. La ruptura del núcleo familiar, etc.
Para aquellos de nosotros que somos un poco mayores, hemos vivido guerras (ya sea en nuestro territorio o lejos, como las Torres Gemelas y las secuelas). Enfermedad (como el aumento del SIDA en los años 80). Desastres ecológicos (como Chernobyl, Exxon Valder, Deep Water Horizon, etc.). Catástrofes naturales (Terremoto de la Ciudad de México, Katrina, etc.). Económico (la crisis energética de los 70, el escándalo de Enron, etc.).
Cualquiera de estos sucedió hace menos de 43 años. Para muchos de nosotros, todos ellos en nuestra vida. ¿Es nuestra actitud de creciente desesperación porque las cosas nunca parecen mejorar?
Los problemas de la vida son ineludibles. Por todos nosotros. Es lo que elegimos hacer con ellos. ¿Nos quejamos? ¿estamos agitados?
San Pablo nos dice: "La ley entró* para que aumentara la transgresión, pero donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia" (Romanos 5:20).
Necesitamos recordar siempre que esta vida no es nuestro destino final. Dios permite que sucedan cosas malas. Realmente deseamos que este no sea el caso, pero el sufrimiento es inevitable. Y no importa cuán satisfactorias sean nuestras familias, carreras, posición económica, reputación, nunca estaremos completamente satisfechos. Porque siempre habrá luchas internas y externas, pero sobre todo, porque estas cosas temporales, cuando nos aferramos a ellas, como un fin y no como herramientas, no serán las que verdaderamente nos harán felices ni nos acercarán a Dios.
Jesús nunca dijo que seguirlo haría la vida más fácil. De lo contrario. Pero él siempre nos decía "no tengáis miedo", y "la paz esté con vosotros".
Cuando sientas que las paredes se están cerrando, o que la desesperación comienza a aferrarse a nosotros, reza la oración de Jesús. Solo di Su Nombre mientras exhalas. Llenemos nuestro corazón de Jesús. Él nos dará lo que necesitamos: Fe, Esperanza, Amor, Paz.
“Y todos decís: 'Los tiempos son difíciles, los tiempos son difíciles, los tiempos son miserables'. Vive una buena vida y cambiarás los tiempos viviendo una buena vida”. – San Agustín (Sermón 311, 8).
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