En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.
En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”.
Otro discípulo le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”
REFLEXION
“El Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”.
San Juan puso su cabeza en el corazón de Jesús en la Última Cena. Sabía dónde quería descansar.
“Cor“ en latín es el corazón, el centro de la humanidad de Jesucristo. Todo este mes celebramos y honramos el Sagrado Corazón de Jesús.
El corazón mismo de Jesús late por nosotros y está esperando que apoyemos nuestra cabeza en Su corazón.
Y como le dijo a Santa Faustina, hija mía, tu corazón es mi reposo; es Mi deleite. Encuentro en él todo lo que me es negado por tantas almas (Diario, 339).
Tenemos el Sagrado Corazón de Jesús para descansar nuestras cargas, ser alimentados y encontrar paz y consuelo. Y mientras preparamos nuestros hogares para la compañía limpiando y eliminando artículos innecesarios, preparemos nuestras almas para ser el lugar de descanso de nuestro Señor. Ir a la confesión arrepintiéndonos de nuestros pecados. Recibir Su Cuerpo y Sangre, ayunar, orar y dar limosna.
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