En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir”.
Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.
Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: “Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.
REFLEXIÓN
"Tu fe te ha curado".
Hace una semana comimos en Shake Shack en Houston. Éramos 7 en la fiesta y nadie se dio cuenta de que se había dejado un peluche.
Al día siguiente, mientras nuestra familia de Colorado hacía las maletas para irse a casa, Rhett James, de 5 años, no pudo encontrar su peluche negro. Supusimos que lo habían dejado en el restaurante o en el museo y que nunca lo encontrarían.
Me pidió que lo buscara en casa. Teddy no fue encontrado. ¿Cuáles eran las posibilidades de que el peluche estuviera en el restaurante o en el museo?
Ayer de camino a la iglesia, Rhett me llamó preguntando con voz triste si había encontrado su peluche. Como estábamos en Houston fuimos al restaurante a preguntar si hacía una semana habían encontrado un osito de peluche. Estaba a mitad de la oración cuando el gerente fue a la caja registradora y sacó a Teddy. Teddy había estado sentado junto a la caja registradora todo este tiempo esperando a que lo recogieran.
Los adultos habían perdido toda esperanza de encontrar el juguete. La fe dulce, inocente, confiada e inquebrantable de un niño hizo posible el reencuentro con Teddy. ¿No se nos pide que tengamos esa misma fe y esperanza con Jesús: volvernos como niños, sin corazones endurecidos, sin opiniones predispuestas, sin juicios sino viendo la vida con sencillez y humildad? Debemos acercarnos a Dios con nuestros problemas con fe expectante y confianza sabiendo que Él escuchará nuestra petición y actuará en consecuencia.
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