En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. El les dijo: “Tráiganmelos”.
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
REFLEXIÓN
"subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario."
San Juan Bautista, primo de Jesús, acababa de ser martirizado por el rey Herodes. Gran dolor tanto por nuestro Señor como por los seguidores de San Juan Bautista. Lamentaron la pérdida de un gran profeta. La humanidad de Jesús nunca fue tan obvia como cuando escuchó la dolorosa noticia y buscó estar solo. Lo había conocido por muchos años desde que era un niño y lo había llamado la persona más grande entre todos los hombres.
Lo que pensaba Jesús cuando estaba en soledad, no lo sabemos. Pero se nos recuerda que nosotros también debemos buscar la tranquilidad y la soledad. Y el ejemplo de Jesús, nos muestra que a pesar de la pérdida, el miedo, la desilusión y estar en la oscuridad y el sufrimiento, Jesús siempre está ahí durante nuestras pruebas.
Invoquemos Su santo nombre en la Oración de Jesús: Inspire JEE y Exhale SUS.
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