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Olivia M. Bannan

LUNES DE LA XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, 05 DE SEPTIEMBRE DE 2022



Lectura del Santo Evangelio según Lc 6:6-11

Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.

Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?” Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: “Extiende la mano”. El la extendió y quedó curado.

Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.


REFLEXIÓN

"Se pusieron furiosos"


¿Cuál fue la razón por la que los escribas y fariseos se enfurecieron? ¿Fue porque Jesús mostró compasión y sanó en sábado? ¿Estaba rompiendo las reglas y regulaciones, el protocolo seguido por lo que se podía y no se podía hacer en sábado? Al realizar Su milagro, ¿Jesús estaba mostrando que Él era el Maestro del Sábado? ¿Estaban molestos los escribas y fariseos con la mirada de Jesús, su tono de voz, o que indirectamente o tal vez directamente se insultaba su honor? ¿Habían mostrado alguna vez compasión por el hombre de la mano seca? ¿Estaban molestos consigo mismos por no ayudarlo? Cualquiera o todos son posibles o tal vez no.


San Juan Climacus dijo sobre la ira: "El recuerdo de los insultos es el residuo de la ira".

Aunque los escribas y fariseos mantuvieron su ira bajo control en ese momento, comenzaron a tramar cómo deshacerse de Jesús. Su ira pronto se convertiría en una expresión física en la muerte de Jesús.


Y San Juan Vianney dijo una vez: "La ira nunca viaja sola. Siempre va acompañada de muchos otros pecados".


El departamento de salud para adultos de la Clinica Mayo ofrece estas pautas para superar la ira:

1. Piensa antes de hablar.

2. Una vez calmado expresa tu preocupación.

3. Ejercicio

4. Tómese un descanso.

5. Identificar posibles soluciones.

6. Siempre hable con afirmaciones en "yo"

7. No guardes rencor.

8. Usa el humor para aliviar la tensión.

9. Practique habilidades de relajación.

10. Sepa cuándo obtener ayuda.


Sin embargo, la mejor manera de controlar y manejar la ira es acudir a Dios en busca de ayuda y orar a través de ella. Visita a Jesús en el Santísimo Sacramento y ora, suplica y no te vayas hasta que recibas las gracias de la paz, el perdón y la alegría.


Dios te bendiga




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