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Nuestra voluntad es convertirnos en la Suya. Pero cuando esto sucede, generalmente es en el marco de tiempo en que estamos experimentando la situación que requiere nuestra decisión: mi voluntad o la de Él. Según San Ignacio de Loyola, hay tres momentos en los que se puede hacer una buena y acertada elección. (1). CIERTO-Llamado directo de Dios. (2). CLARO: Entender la situación desde la experiencia del discernimiento de consolación y desolación y la del Espíritu. (3) CALMA: Tranquilo. El alma no se agita. No se confunde con diferentes espíritus. Es capaz de usar su habilidad natural libremente con tranquilidad. (Retiro de PAPA, Acción de Gracias por Navidad, Conferencia de Elecciones. Padre Michael Truongluan, C.Ss.R, página 19).
Es seguro decir que cuando el ángel Gabriel se le apareció a María, su mente inmaculada entendió este evento sobrenatural y pudo decir: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. Conocía a Dios, y por eso podía comprender, comprender, aceptar y consentir sin vacilación. Y, porque amaba a Dios, supo inmediatamente decir "sí". Y este "sí" le dio un deseo ardiente de cumplir Su Voluntad y de confiar en Su bondad.
Cuando miramos las promesas de Dios, puede haber una espera. Abraham esperó años el nacimiento de su hijo Isaac. Moisés y los israelitas anduvieron alrededor de 40 años antes de llegar a la tierra prometida. El pueblo judío llevaba mucho tiempo esperando al Mesías, el prometido libertador de la nación judía profetizado en la Biblia hebrea. Habían esperado un milenio (un período de mil años). En unos días esta promesa será recordada.
Corre a las promesas de Dios, a Su Voluntad. Con esta disposición nuestra, se puede fácil y rápidamente poder realizar todo lo que Dios nos pide.
Antífona "O"
O Clavis David (O Clave de David
Oh llave de David,
abriendo las puertas del Reino eterno de Dios:
ven y libera a los prisioneros de las tinieblas!
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