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MARTES DE LA III SEMANA DE CUARESMA, 22 DE MARZO DE 2022

Foto del escritor: Mary Jo BarrMary Jo Barr


Lectura del libro de Daniel 3:25, 34-43


En aquel tiempo, Azarías oró al Señor, diciendo:

“Señor, Dios nuestro, no nos abandones nunca;

por el honor de tu nombre no rompas tu alianza;

no apartes de nosotros tu misericordia,

por Abraham, tu amigo,

por Isaac, tu siervo,

por Jacob, tu santo,

a quienes prometiste multiplicar su descendencia,

como las estrellas del cielo y las arenas de la playa.


Pero ahora, Señor, nos vemos empequeñecidos

frente a los demás pueblos

y estamos humillados por toda la tierra,

a causa de nuestros pecados.

Ahora no tenemos príncipe ni jefe ni profeta;

ni holocausto ni sacrificio ni ofrenda ni incienso;

ni lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón adolorido

y nuestro espíritu humillado,

como un sacrificio de carneros y toros,

como un millar de corderos cebados.

Que ése sea hoy nuestro sacrificio

y que sea perfecto en tu presencia,

porque los que en ti confían no quedan defraudados.

Ahora te seguiremos de todo corazón;

te respetamos y queremos encontrarte;

no nos dejes defraudados.

Trátanos según tu clemencia

y tu abundante misericordia.

Sálvanos con tus prodigios

y da gloria a tu nombre”.


REFLEXIÓN

¿Cuánta confianza pones en el Señor? ¿Podrías alabar a Dios mientras estás parado en medio de las llamas?


Azarías era un israelita. Fue rebautizado como Abednego (su nombre babilónico), uno de los tres hombres que se negaron a adorar la estatua de Nabucodonosor, rey de Babilonia. El nombre hebreo de Azarías significa "ayudado por Dios" y Dios lo ayudó.


El rey Nabucodonosor ordenó a los israelitas que se postraran y adoraran su estatua de oro. Tres jóvenes israelitas se negaron. El rey ofreció librarlos del castigo de la muerte en un horno de fuego si se inclinaban ante su ídolo. Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron: “No hay necesidad de defendernos ante ti en este asunto. Si nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno al rojo vivo de tus manos, ¡oh rey, que Él nos salve! Pero incluso si Él no lo hace, debes saber, oh rey, que no serviremos a tu dios ni adoraremos la estatua de oro que tú levantaste”.


El rey Nabucodonosor estaba tan enojado que hizo que los arrojaran al horno después de que el calor del horno se intensificara.


Mientras los tres estaban en el horno, caminaron entre las llamas cantando y bendiciendo a Dios.


Su cántico se lee en las Oraciones Matutinas de la Liturgia de las Horas el primer día de la semana (domingo), en las solemnidades y en los días festivos. Esta lectura es mi favorita, Daniel 3:57-88, 56. Leer esta oración de alabanza es una forma hermosa de comenzar el día. Es alentador agradecer a Dios por todo lo que creó para nosotros cuando sale el sol.


El rey no podía creer que no estuvieran quemados y cuando miró dentro del horno vio a un cuarto hombre, El Rey preguntó a sus consejeros. “¿No echamos al fuego a tres hombres atados? Pero veo a cuatro hombres sueltos e ilesos, caminando en el fuego, y el cuarto parece el hijo de Dios”.


La fe y la confianza en la misericordia del Señor pueden apagar las llamas del miedo. La fe de Azarías, Hananías y Misael fue probada por fuego y demostró ser fiel. Pusieron su fe y confianza en Dios, y Dios los ayudó.


Alabamos a Dios cuando leemos y escuchamos Su Palabra. Sus Palabras pueden edificar y fortalecer nuestra fe. Su Palabra es parte de la armadura de Dios para protegernos del mal.


Ven a PAPA FACE ZBS (Estudio Bíblico Cara a Cara de PAPA) y fortalece tu fe mientras aprendes lo que Jesús quiere que sepamos.


¡Dios los bendiga a todos!


Recursos:

Antiguo Testamento, Daniel 3: 25-34-43.

https://uscatholic.org/articles/201710/a-fireproof-faith/

Oración Católica: Cántico de los Tres Niños del Libro de Daniel catholicculture.org


 

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