En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: “Nunca se había visto nada semejante en Israel”. Pero los fariseos decían: “Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
REFLEXIÓN
“La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos.
Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Hemos leído este Evangelio antes. Y escuchó muchas homilías sobre la "crisis de vocaciones".
Precisamente el domingo pasado también leímos en el Evangelio de Lucas las mismas palabras de arriba. (Lc 10, 2). En su homilía, el sacerdote mencionó que siempre ha habido necesidad de más sacerdotes. Es solo en esta era en la que vivimos que hay muchas menos vocaciones que nunca.
Nuestra parroquia está viviendo esto mientras escribo este artículo. Nuestro pastor se tomó un año sabático a fines del año pasado. Y se suponía que regresaría el Miércoles de Ceniza. Regresó hace un mes para informarnos que fue transferido a otra parroquia como vicario asociado. Y ningún otro párroco ha sido asignado a nuestra parroquia hasta el momento.
Misericordiosamente, las misas continúan gracias a nuestro vicario pastoral y a un grupo de sacerdotes jubilados que continúan llevándonos los sacramentos como la Misa y la Confesión. ¿Cuánto tiempo podemos seguir sin cabeza?
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