En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa’’.
Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades.
REFLEXIÓN
"El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará".
En Isaías, 1:16-17, se nos dice que "aprendamos a hacer el bien".
Hoy celebramos la memoria de san Benito, abad. Vivió a finales de los años 400. Dejó el mundo del paganismo, el cisma de la Iglesia, la gente que sufría de guerras y la inmoralidad desenfrenada para vivir solo en una cueva. Se convirtió en un ermitaño.
Eventualmente formó una orden religiosa donde los monjes podían vivir juntos en fraternidad, comunidad y adoración en el mismo lugar. La regla benedictina englobaba esta forma de vivir junto con el trabajo manual, la oración litúrgica y el estudio.
De la Regla de san Benito se enseña a anteponer a Cristo a todo. Cada vez que uno comienza a hacer una buena obra, debemos apelar a Dios para que la lleve a la perfección.
Nunca debemos hacer malas acciones, sino buscar la luz, escuchar Sus Palabras y seguir al Espíritu Santo. ¿Y qué dice el Espíritu? Venid, hijos míos, escuchadme; Te enseñaré el temor del Señor. Date prisa, mientras tengas la luz de la vida, para que las tinieblas de la muerte no te alcancen.'*
Muchos encuentran difícil el camino benedictino, ya que requiere simplicidad con mucha disciplina para hacer aquello de lo que la mayoría de nosotros nos alejaríamos.
Y quizás eso es lo que le falta a este mundo: Disciplina. No podemos sobresalir en nuestros estudios si no nos comprometemos a estudiar diariamente, a aprender para poder entender. No podemos perfeccionar la ejecución de un instrumento musical si no dedicamos el tiempo a practicar.
Lo mismo para nuestra vida espiritual. La oración, la perseverancia y el 100% de nuestro esfuerzo a su debido tiempo traerá lo que Dios ha querido para nosotros todo el tiempo.
Si deseas la vida verdadera y eterna, mantén tus ojos en la luz de la vida. Y el Señor, buscando entre la multitud de gente a la que hace ese llamamiento al que hará su obra, dice otra vez: ¿Quién de vosotros quiere vivir en plenitud; ¿Quién ama la larga vida y el disfrute de la prosperidad? *
Y si al oír esto dices: Sí, Dios te dice: Si quieres la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal y tus labios del engaño; apartaos del mal y haced el bien; Busca la paz y síguela. Y cuando hayas hecho estas cosas, mis ojos estarán sobre ti y mis oídos estarán atentos a tus oraciones; y antes de que invoques mi nombre te diré: He aquí, aquí estoy.*
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Él se nos revela, nos dice cómo permanecer firmes en su amor. En Su amorosa bondad, Él nos invita a perder nuestra vida para encontrarla.
Dios te bendiga
* Universalis app, Office of Readings July 11, 2022, From the Rule of Benedict, abbot.
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