Lectura del Santo Evangelio según Mt 11:25-30 (Memoria Opcional)
En aquel tiempo, Jesús exclamó: ""¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera''.
REFLEXIÓN
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio.
Me encontré enojada, molesta y con un “corazón martirizado y herido” solo porque mi esposo me gritó. ¡¡Espera un minuto!! Se supone que debo ayudarlo a llegar al cielo. Entonces, ¿sobre qué fue mi respuesta?
¿Cuántas veces he criticado a Dios, molesto porque no pensaba que mis planes eran lo suficientemente buenos, molesto porque perdí la parte más preciosa de mi vida y el vacío en mi corazón no está disminuyendo?
A veces, nuestros dolores pasados afloran y me pregunto por qué ahora. Pensé que todo estaba bien. Pero una y otra vez, necesito que se me recuerde que es en el Sagrado Corazón de Jesús donde reside la bondad, el amor y la paciencia y debo darlo todo, por el perdón y el arrepentimiento.
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