En aquellos días, Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: “Haremos todo lo que dice el Señor”.
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie del monte y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel.
Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos, como sacrificios pacíficos en honor del Señor; tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad.
Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió: “Obedeceremos; haremos todo lo que manda el Señor”.
Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído”.
REFLEXIÓN
“Obedeceremos; haremos todo lo que manda el Señor”.
Desde el Antiguo Testamento, hemos estado prometiendo: "Todo lo que el SEÑOR ha dicho, lo haremos".
¿Y hemos cumplido esa promesa? En la lectura del Éxodo, vemos a Dios haciendo un pacto con su pueblo con holocaustos y novillos como ofrendas de paz. En el Salmo cantamos el sacrificio de alabanza y el cumplimiento de los votos al Altísimo.
En el Nuevo Testamento se nos compara con la buena semilla sembrada entre la cizaña sembrada. Se nos invita a venir y heredar el Reino de los Cielos, a morar con Jesús como recompensa por seguir Sus mandamientos.
Pero en 2021, ¿cómo sabemos que heredaremos el Reino de los Cielos? ¿Hemos escuchado y hecho todo lo que el Señor ha dicho? ¿Hemos ofrecido sacrificios y ofrendas de paz? ¿Somos la buena semilla o la mala semilla?
Nuestro santo del día es San Charbel Makhlouf. Nacido en el Líbano en 1828, Yussef Antoun Makhlouf era el menor de cinco hermanos. Su padre murió a una edad temprana, por lo que Yussef trabajó duro a una edad temprana. Sin embargo, no permitió que los contratiempos y desgracias de su vida familiar lo afectaran. Contempló a Jesús durante su trabajo, convirtiéndose en monje y luego en sacerdote. Se dedicó profundamente a la presencia eucarística, cumpliendo 23 años en ascetismo y profunda unión con Cristo. Pudo unir a cristianos con musulmanes. La diversidad y unidad en la Iglesia Católica es evidente en la vida de San Charbel Makhlouf.
Como todos los santos, San Charbel nos señala a Dios y nos invita a cooperar generosamente con la gracia de Dios, sea cual sea nuestra situación en la vida.
Fue canonizado en 1977 por el Papa Pablo VI. Hay muchos informes de milagros pasados y presentes atribuidos a San Charbel Makhlouf.
Mientras vivimos con los buenos y los malos, que sigamos amando a Dios y al prójimo, perdonando y amando a los demás como lo hará Jesús por nosotros cuando venga a juzgar.
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