
"Si un sacerdote está decidido a no perder el alma, tan pronto como surja algún desorden en la parroquia debe pisotear todas las consideraciones humanas, así como el miedo al desprecio y al odio de su pueblo. No debe permitir que nada se interponga. su camino en el cumplimiento del deber, aun cuando tenga la certeza de ser asesinado al bajar del púlpito. Un pastor que quiera cumplir con su deber debe tener su espada en la mano en todo momento”.
~ San Juan María Vianney
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