Lectura del Santo Evangelio según Lk 9:11b-17
En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.
Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario”. Él les contestó: “Denles ustedes de comer”. Pero ellos le replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente”. Eran como cinco mil varones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta”. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.
Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.
REFLEXIÓN
"Comieron todos y se saciaron".
El Señor dice: "Si mi pueblo me hubiera oído, si tan solo anduvieran en mis caminos, yo habría aplastado rápidamente a sus enemigos, y extendido mi mano sobre los que los perseguían". (Salmo 80) Y el Dios Triuno continuaba buscando a Su pueblo.
Y todo el pueblo a una voz dijo: Cumpliremos todos los mandamientos que el Señor ha decretado. Esta era la sangre del pacto que el Señor había hecho cuando dio sus mandamientos. Se inmolaron bueyes y se ofrecieron holocaustos y se prometieron obedecer." (Éxodo 24:1-11) El pueblo fracasó y el Dios Triuno siguió buscando a Su pueblo.
Hoy celebramos con alegría el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Celebramos la NUEVA Alianza entre Dios y Sus criaturas a través de Jesús ofreciéndose en la Cruz. Y al hacerlo, prometiendo que nunca nos dejará y se dejó a sí mismo para nuestro alimento en la Sagrada Eucaristía, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. No más bueyes y holocaustos. La Sagrada Eucaristía es la presencia REAL del Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.
Rezamos la Santa Misa, todos los días, en memoria del Sacrificio de nuestro Redentor en la Cruz por la redención de la humanidad. El sacerdote le pide a Dios que reciba sus ofrendas de pan y vino como también nosotros nos ofrecemos. Pide al Espíritu Santo que lo bendiga. El sacerdote ora para que el pan y el vino sean aceptables y agradables a Dios para convertirse en el Cuerpo y la Sangre de Su amado Hijo.
El sacerdote pronuncia con reverencia las palabras pronunciadas por Jesús en la institución de la Eucaristía el día antes de sufrir y morir. Y Cristo renueva sacramentalmente, sin derramar Su Sangre, el Sacrificio de Su muerte en la Cruz. Adoramos el Cuerpo y la Sangre de nuestro Redentor y recordamos que la Eucaristía es la Víctima misma del Calvario así como Cristo resucitado, ahora glorificado. Y que el don de Su Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad tenga efectos eternos en nuestras almas.
El día del Corpus Christi suele haber una procesión del Santísimo Sacramento después de la Misa. Puede haber flores esparcidas delante de Nuestro Señor, oraciones, cantos, coronas de flores en las puertas y ventanas. La procesión concluye con la Bendición.
¿Cómo podemos agradecer a nuestro Señor, por siempre buscarnos, amarnos y darse a sí mismo para que todos podamos comer y estar satisfechos? Recen la Santa Misa (Papa San Piux X) y oren por Sus sacerdotes. La Oración de PAPA por los Sacerdotes.
Referencias: The Latin-English Booklet Missal for Praying the Traditional Mass
Comments