Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.
De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”
REFLEXIÓN
Dios prometió: “Pero nunca retiraré mi amor, mi verdad nunca fallará. Nunca violaré mi pacto ni me retractaré de la palabra que he hablado.” (Salmo 88:31-38)
Leemos en las Escrituras que Dios nos ama PERO no perdonará la vara. Y para que podamos recuperar Sus buenas gracias, debemos regresar a Él en arrepentimiento. Pídele que cree un corazón limpio en nosotros. Obedezca Su voz con todo nuestro corazón, alma y mente. Él se apiada de nosotros y nos lleva de regreso a Él.
Por todos los errores que cometimos, por nuestro comportamiento insufrible hacia Él y los demás, nos encontramos con miedo, impacientes y ansiosos y gritamos:“Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”Su amor está obrando en silencio y debemos estar “¡Cállate, enmudece!”.
A Dios le importó lo suficiente que entregó a Su Hijo por meros humanos para que no perezcamos. Y en el proceso lo reprendimos, lo humillamos, lo maldecimos y lo matamos. Sin embargo, le pedimos una y otra vez que cree un corazón limpio en nosotros.
Para aquellos de nosotros que hemos encontrado el amor y la misericordia de Dios, estamos obligados a compartir Su amor con los demás en cualquier lugar y lugar en el que nos encontremos.
Agradecer a Dios por todo lo que hace por nosotros.
Comments