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VIERNES DE LA III SEMANA DE PASCUA, 06 DE MAYO DE 2022



Lectura del Santo Evangelio según Jn 6:52-59


En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”


Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.


Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.


Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre’’.


Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

REFLEXIÓN

"Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día."

¿Es nuestra fe lo suficientemente fuerte para creer que cuando muramos veremos a Dios y viviremos para siempre con Él? No puedo pensar en nada más precioso que una experiencia en la Misa.


¿Qué atrae a tantos a levantarse temprano, combatir el tráfico, ayunar, llegar 15 minutos antes y luego recibir la Sagrada Eucaristía? ¡¡Jesús!! Nos encontramos con Él en la Misa, Cuerpo y Sangre. Y en la reverencia de Su sacerdote viajamos al cielo.


Jesús siempre está listo para amarnos y sanarnos, pero ¿estamos listos para recibir? ¿Somos conscientes de nuestro Señor poderoso presente en el Pan de Vida? Conocer, confiar y participar en Jesús en el Santísimo Sacramento de la Sagrada Eucaristía.


El Catecismo de la Iglesia Católica, 1116, establece que los Sacramentos son “poderes que proceden del Cuerpo de Cristo, que es eterno y dador de vida. Son acciones del Espíritu Santo obrando en Su Cuerpo, la Iglesia. Son las ‘obras maestras de Dios’ en el pacto nuevo y sempiterno.”


Si nuestra fe no está allí o si aún no hemos captado la verdad, o incluso creemos, pide esa gracia, ese don. Los no teólogos nunca podrán explicar el Misterio de la Misa, pero lo aceptamos, lo vivimos y estamos dispuestos a sacrificarnos por el gozo, la paz, la sanación y la fuerza que Nuestro Señor trae a nuestras vidas.


“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Noticia” (Salmo 117).


Ore para que los sacerdotes se enciendan por Jesús y sus ovejas la Oración de PAPA por los Sacerdotes.


Dios te bendiga.








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