Por todos sus éxitos daba gracias al Dios altísimo
y lo glorificaba.
Amaba con toda el alma a su creador
y le entonaba canciones de alabanza.
Instituyó salmistas para el servicio del altar,
que con sus voces hicieron armoniosos los cantos.
Celebró con esplendor las fiestas
y organizó el ciclo de las solemnidades.
El santuario resonaba desde el alba
con alabanzas al nombre del Señor.
El Señor le perdonó sus pecados
y consolidó su poder para siempre.
Le prometió una dinastía perpetua
y le dio un trono glorioso en Israel.
Por sus méritos le sucedió
un hijo sabio, que vivió en paz:
Salomón fue rey en tiempos tranquilos,
porque Dios pacificó sus fronteras;
le construyó un templo al Señor
y le dedicó un santuario eterno.
REFLEXIÓN
"El Señor le perdonó sus pecados y consolidó su poder para siempre."
¿Por qué Dios favoreció a David? ¿Fue por su juventud, buena apariencia, fuerza y virilidad? Me imagino a David como el héroe mariscal de campo de la preparatoria.
A pesar de los caminos sórdidos y egoístas de David, (adúltero y asesino) cuando se dio cuenta de sus pecados y de ofender a Dios, lloró de remordimiento y pidió perdón. A pesar de la pérdida de su bebé y del rebelde Absalón, David tenía un amor incondicional por Dios.
Y luego estaba Herodes Antipas, hijo del dictador brutal, Herodes el Grande. Él también era adúltero y asesino. Era egoísta, orgulloso y egoísta. Por capricho y para salvar las apariencias, decapitó a Juan el Bautista. ¿Estaba arrepentido, le importaba o incluso se daba cuenta de que había ofendido a Dios? ¡No!
En cambio, le preocupaba si se trataba de un fantasma; se preocupaba egoístamente por lo que le iba a pasar. Herodes podría haber pedido perdón. La misericordia y la gracia de Dios habrían dado la bienvenida a Herodes. Dios siempre tiene la última palabra.
Todos somos pecadores.
¿Quién preferirías ser?
¿David o Herodes?
¿Adónde preferirías ir?
¿Cielo o infierno?
Elige sabiamente.
Agradezcamos siempre a Dios por Su amor que nunca termina.
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