Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo
y conoces lo más profundo de los corazones,
haz que yo vea tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.
Canten y alaben al Señor,
porque él ha salvado la vida de su pobre
de la mano de los malvados’’.
REFLEXIÓN“Yo oía el cuchicheo de la gente que decía:
‘Denunciemos a Jeremías,
Denunciemos al profeta del terror’.
¿Alguna vez has envidiado tanto a alguien que lo querías muerto? Hemos oído hablar de acusaciones falsas, juicios en los que el juez y el jurista trabajan al revés y tienen un veredicto que quieren y así inventan pruebas para ajustarse a la sentencia predeterminada.
Tal fue el caso de Jesús. ¡Susurros, murmuraciones, odio, dureza intencional de corazones y mentes! ¡El mal estaba al acecho y ahora comenzará el proceso de destruir a este Hombre!
¿Podemos ser como la multitud enojada? ¿Chismeamos? ¿Buscamos la conversión de muchos o la maldad de humillarlos?
Nuestras palabras pueden ser piedras para apedrear a las personas.
¿Pueden las personas ver al Padre viviendo en nosotros y nosotros en el Padre cuando hablamos o actuamos?
Conozca a Jesús mientras lleva su cruz. ¿Podemos ayudar o podemos apuntar con una piedra para lastimarlo mientras pecamos?
¿Cómo sacamos lo mejor de los demás? Que todo lo que hagamos produzca el fruto de Jesús.
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