En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús los oyó y les dijo: "No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
REFLEXIÓN
"Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios"
Nuestros muchos pecados, faltas y fallas deben mantenernos siempre conscientes de nuestra necesidad de ayuda, confianza, humildad y paciencia: Definitivamente misericordia. Porque Su misericordia repara el puente roto entre el Creador y la criatura.
Desafortunadamente, algunos no creen que sean pecadores ni que su dolor pueda ser aliviado por el amor del Sagrado Corazón de Jesús. Algunos no ven la necesidad de Dios y muchos dirán “No” cuando Dios los llame a seguirlo.
Dios nos busca y nos usa en el cuidado de las almas perdidas. Cuando Él nos llame —Detente, Mira y Mira— acepta la invitación de sentarte y cenar con el Señor, la fuente de la misericordia.
Orar por nosotros y por las personas que Dios pone en nuestro camino. Cada alma que nos encuentra y cada alma que encontramos es un encuentro intencional con Dios.
No sólo de pan se vive, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
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