Hermanos: Si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.
Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta del hombre: la lujuria, la impureza, el libertinaje, la idolatría, la brujería, las enemistades, los pleitos, las rivalidades, la ira, las rencillas, las divisiones, las discordias, las envidias, las borracheras, las orgías y otras cosas semejantes. Respecto a ellas les advierto, como ya lo hice antes, que quienes hacen estas cosas no conseguirán el Reino de Dios.
En cambio, los frutos del Espíritu Santo son: el amor, la alegría, la paz, la generosidad, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de sí mismo. Ninguna ley existe que vaya en contra de estas cosas.
Y los que son de Jesucristo ya han crucificado su egoísmo junto con sus pasiones y malos deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíritu.
REFLEXIÓN
"Los frutos del Espíritu Santo son: el amor, la alegría, la paz, la generosidad, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de sí mismo"
Una cosa es saber que la miel es dulce, y otra cosa es comerla y saborear realmente su dulzura. (San Buenaventura)
Para pertenecer realmente a Cristo, todo lo que hacemos, decimos y pensamos debe tener un propósito sobrenatural. ¿Busco agradar a Dios, a los demás oa mí mismo? ¿Busco la voluntad de Dios sin importar mis emociones, estados de ánimo o prejuicios? ¿Busco Su refugio?
Sólo Dios puede traernos paz, alegría y felicidad. Haz tu mejor esfuerzo por Dios. Ora, diezma y sirve lo mejor que puedas. Lo más importante, ama lo mejor posible. Si no es lo mejor, ¿por qué no?
Mira lo bueno que es Dios. Pruebe los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, bondad, generosidad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio.
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