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Olivia M. Bannan

XIII DOMINGO ORDINARIO, 26 DE JUNIO DE 2022


LECTURAS DE LA MISA Lectura del Santo Evangelio según Lc 9:51-62


Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?”

Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.


Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.


A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.


Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.


REFLECTION

“Sígueme”


Esta semana algunos de nosotros hemos pasado por una carga pesada, traición, pérdida de esperanza, desesperación, tristeza, abandono junto con momentos de alegría, felicidad y aprecio. Jesús nos ha dicho, “Sígueme”, pero no prometió una vida libre de altibajos.


En estos extremos hemos encontrado la presencia del Señor: Cuando clamamos,

"¿por qué?" o cuando nos enfrentamos a la desilusión y preguntamos “¿No oré lo suficiente?” o nos permitimos estar tristes porque nuestros deseos o expectativas no se cumplieron. El encuentro más dulce es cuando Él nos encuentra y nos trae de regreso.


Dios escucha todo esto y me recuerda que no soy más que 5 pies de polvo y nada más y que tengo un sentido erróneo de santidad y dignidad. Sin embargo, a pesar de mis defectos, Dios todavía me pide que lo siga. ¿Que puedo hacer?


No es lo que puedo hacer sino lo que Él ha hecho y sigue haciendo. Justo esta mañana tuve una de esas conversaciones con Dios junto con varios episodios de autocompasión. Y Su respuesta estuvo ahí mismo durante la homilía y en Su invitación a abandonar sin mirar atrás, para recibir Su Cuerpo y Sangre vivos como alimento para mi alma hambrienta.


Si vas a ser lo que Dios quiere que seas, entonces debemos dejar de ser egoístas, orgullosos, crueles y sin amor. Él nos ha dado Su Vida Divina. No debe permitirse nada que interfiera con mi relación con Dios.


Aléjate del llorón, la persona grosera, el que se queja. Ser conscientes de nuestras habilidades y capacidades, de nuestras fortalezas y debilidades. Ve la tentación por lo que es e inmediatamente corre a Dios, y Él te permitirá verlo. Y entonces puedes y lo seguirás.


Dios te bendiga.







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