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Olivia M. Bannan

XVIII DOMINGO ORDINARIO, 31 DE JULIO DE 2022



Lectura del Santo Evangelio según Lc 12:13-21


En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”


Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.


Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.


REFLECTION

"Rico de lo que vale ante Dios".


Dentro de unos meses PAPA irá a Tierra Santa. Tantas cosas para empacar. Y, sí, suficiente espacio en las maletas para traer regalos y recuerdos de Tierra Santa.


Mi vida siempre ha sido mantener mi tesoro de recuerdos al alcance de la mano. Ya sea en mi cerebro o en imágenes, ropa o alimentos, o historias y el tiempo que paso con mis queridos amigos, sé dónde puedo encontrarlos. Trato de descartar los malos recuerdos y convertirlos en “momentos divertidos, incómodos o de aprendizaje” en mi vida.


Pero, ¿estoy listo para esa peregrinación final? Este es un viaje que, con suerte, empacaré en exceso. Oro para tener un tesoro lleno de dones, frutos y virtudes para presentar al Señor. No solo como pequeños obsequios para Él, sino también como mi boleto al cielo. Todos los días le pido al Espíritu Santo todo lo que puede y quiere darme a mí, a mis seres queridos y queridos amigos.


Bien empacaditos irán en mi maleta:


Los Dones bien usados ​​del Espíritu Santo:

Sabiduría, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Entendimiento, Piedad y Temor del Señor.


Los muchos Frutos del Espíritu Santo:

Modestia, Paciencia, Paz, Castidad, Bondad, Mansedumbre, Fidelidad, Autocontrol, Caridad, Alegría, Generosidad y Bondad.


Las virtudes celestiales:

Fe, Esperanza, Caridad, Fortaleza, Justicia, Templanza, Santidad, Amor de Dios, Amor a los pobres, Humildad, Obediencia, Castidad, Pobreza, Sabiduría, Celo, Valor, Veracidad, Perseverancia y Prudencia.


¿Estás listo para tu último viaje?

¿Eres rico en lo que le importa a Dios?


Dios te bendiga.




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Sacerdote Pare Siempre Apostolado de Oración

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