En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ".
Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?"
REFLEXIÓN
"¿Creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?"
Al imitar a la viuda persistente no nos desanima nuestra evidente dependencia de Dios. Sin Dios no podemos hacer nada. Nuestras súplicas deben ser fuertes, persistentes e inquebrantables.
Un hijo se pierde espiritualmente, un matrimonio difícil, malas relaciones y períodos secos sin consuelo hacen que uno se dé cuenta de quién es Dios. En humildad renunciamos a la confianza en nosotros mismos y la autoestima y nos rendimos a Dios.
En Éxodo, vemos que Moisés necesitaba ayuda con su oración de intercesión. Aarón y Hur levantaron las manos de Moisés cuando se cansó. Los israelitas obtuvieron la victoria contra las fuerzas del mal. Aunque Moisés habló con Dios cara a cara, necesitaba ayuda y aliento
Cuando nos convertimos en PAPA, prometimos orar por los sacerdotes y hacer discípulos. Nuestros sacerdotes son humanos, trabajan a veces las 24 horas del día, los 7 días de la semana y necesitan la ayuda de voluntarios, personal y fieles laicos. Confían en nuestras oraciones elevándolos al Señor. Orar es mejor que chismear, criticar o no hacer nada.
Pedimos a los espíritus afines que se unan a PAPA. Recordamos los cumpleaños de los sacerdotes y los aniversarios de ordenación tal como lo hacemos con nuestra familia y amigos. Los apoyamos en su viaje de la vida.
“Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mateo 18:19–20.)
La oración, entonces, es el vehículo por el cual invitamos a Su Espíritu a estar con nosotros.
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