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Foto del escritor Olivia M. Bannan

XXV DOMINGO ORDINARIO, 18 DE SEPTIEMBRE DE 2022



Lectura del Santo Evangelio según Lc 16:1-13


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.


Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Que voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.


Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Éste respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.


El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz.


Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.


El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?


No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.


REFLEXIÓN

"El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad".


A medida que John Newton envejecía, su memoria estaba fallando, pero recordaba muy bien dos cosas. "Que soy un gran pecador y que Cristo es un gran Salvador".


El último día de nuestra peregrinación, cantamos Amazing Grace, escrito por John Newton, un ex traficante de esclavos. Escribió sobre la gracia, una gracia asombrosa, que salvó a su miserable ser. Cuando Dios lo encontró, estaba perdido y ciego en el pecado. Cuando casi se ahoga en un vendaval en alta mar, rogó a Dios que interviniera.


En el Evangelio, el mayordomo se encuentra en una situación desesperada. Sabía que ya no podía vivir como lo hacía, habiendo derrochado todo lo que su amo le había dado, su confianza, sus dones. Sabía que tenía que cambiar. ¿Cuál fue el crimen real? No lo sé, pero él sabía que iba a cumplir con su juicio. ¿Había cobrado de más al pueblo y, por lo tanto, ahora en reparación escribió por un pagaré menor? ¿Estaba buscando favor al extenderles misericordia y, con suerte, el perdón? ¿Sabía que al hacer las paces, el maestro se daría cuenta y tendría misericordia?


Como John Newton y el mayordomo, cambiar nuestros caminos, ser prudentes con nuestra vida espiritual, dar a Dios lo que es suyo, corregir nuestros errores y cantar alabanzas a su misericordia permitirá que el Espíritu Santo obre en nosotros.



GRACIA INCREÍBLE (Amazing Grace)


¡Increíble gracia qué dulce el sonido, que salvó a un desgraciado como yo!

Una vez estuve perdido, pero ahora me han encontrado; Era ciego, pero ahora veo.


Fue la gracia la que enseñó a mi corazón a temer, y la gracia alivió mis temores;

¡Cuán preciosa me pareció esa gracia la hora en que creí por primera vez!


A través de muchos peligros, fatigas y trampas, ya he venido;

Su gracia me ha traído a salvo hasta aquí, y la gracia me llevará a casa.


El Señor me ha prometido bien, Su Palabra asegura mi esperanza;

Él será mi Escudo y Mi Porción, mientras dure la vida.


Sí, cuando esta carne y este corazón desfallezcan y la vida moral cese,

Poseeré, dentro del velo, una vida de alegría y paz.


La tierra pronto se disolverá como la nieve, el sol dejará de brillar;

Pero Dios, que me llamó aquí abajo, será mío para siempre.


Cuando hayamos estado allí diez mil años, brillante como el sol,

No tenemos menos días para cantar alabanzas a Dios que cuando empezamos.


Dios te bendiga.

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